Puede que hayas oído alguna vez hablar de la terapia miofuncional y te hayas preguntado: «¿Y eso qué es?». No te preocupes, no eres el único. El nombre puede sonar un poquito complicado, pero en realidad, su función es mucho más sencilla (y útil) de lo que imaginas. Así que vamos a explicarlo de una manera cercana, como si estuviéramos charlando frente a una taza de café.
Primero, ¿quién lleva a cabo la terapia miofuncional? Un logopeda. Y nuestro objetivo es corregir hábitos o dificultades que tenemos relacionados con funciones básicas, pero muy importantes: succión, deglución y masticación. ¿Te suena? Son esos movimientos que hacemos de manera tan automática que ni siquiera pensamos en ellos
Imagínate a un bebé aprendiendo a succionar durante la lactancia. Si no lo hace bien, puede tener problemas para alimentarse, ¡y eso es sólo el comienzo! Más adelante, cuando ese bebé crezca y aprenda a masticar alimentos sólidos, también necesitará hacer esos movimientos correctamente para no tener problemas al comer o incluso para que su mandíbula y dientes se desarrollen de forma adecuada. Y aquí es donde entra la terapia miofuncional.
La terapia miofuncional es como un gimnasio para los músculos de la boca, la lengua y la cara. Los logopedas evaluamos cómo están funcionando esas partes y diseñamos ejercicios específicos para corregir cualquier problema. Y no te preocupes, estos ejercicios no son aburridos, ¡al contrario! Suelen ser dinámicos y adaptados para que los niños (y también los adultos) puedan hacerlos de manera divertida y sin «robaros» demasiado tiempo.
Niños y adultos que tengan dificultades al tragar, masticar o succionar pueden beneficiarse de esta maravillosa terapia. En los niños, es especialmente útil si tienen hábitos como chuparse el dedo o empujar la lengua, ya que estos comportamientos pueden afectar la posición de los dientes y el crecimiento del paladar.
En resumen, la terapia miofuncional puede parecer un mundo complicado, pero es una herramienta poderosa para mejorar funciones esenciales que a veces damos por sentadas. Así que, si tú o alguien de tu familia necesita un «empujoncito» en estos aspectos, ¡no dudes en consultarme!
